¿cómo?

¿cómo pude llegar a pensar que te había superado?
¿cómo pude llegar a ser tan imbécil de pensar que todo estaba bien?
Que tus recuerdos me hacían sonreír y no iba a volver a llorarte.
Que gran farsa.
No consigo hacerme a la idea de tu falta. 
De esa falta de besos, de mimos. Esa falta de amor.
La falta de felicidad -de tristeza, por desgracia, me sobra-. 
Pero no es tu culpa, es la mía. Por no tener el valor de mantenerte con vida. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contigo.

María.

Jodida.