Había una vez, un ángel con las alas rotas. Ese ángel se llamaba María. Tenía las alas tan rotas, y el corazón tan grande, que este mundo era muy poco para ella. Tras mucho dolor, una noche salió al balcón. Y sin acordarse de que tenía las alas rotas, decidió volar. Su objetivo era estar con los demás ángeles. Lo cumpliste, María.
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